sábado, 7 de septiembre de 2013

El amor llega cuando tiene que llegar, y los mundiales también

Luego de la derrota de Perú ante la selección de Uruguay, me queda un sabor amargo, no porque no considere que los peruanos no tuvieron la actitud adecuada en la cancha, sino porque todavía no entienden que para jugar al fútbol hay que ser inteligentes. Con esto no me refiero a que los jugadores tienen que ser brillantes en matemáticas, o que hay que traer más abogados o ingenieros a la selección; me refiero a que un futbolista tiene que estar en capacidad de entender y leer un partido.

Un buen futbolista tiene que tener inteligencia emocional para no volverse loco cuando comete, o le cometen una falta. Tiene que saber en qué lugares de la cancha no puede cometer errores y tiene que tener claro el peso y el estilo de juego de cada uno de los integrantes del equipo rival. Tiene que dar el pase en el momento adecuado y tiene que saber cuándo jugar hacia atrás. Tiene que ser consciente de sus limitaciones y “ratonear” cuando sea necesario. Tiene que aprovechar sus individualidades y encarar con las mismas. Tiene que saber que en la selección no nos sobra… nos falta, por lo tanto, no puedes dejar que te saquen una tarjeta roja, cuando eres el único jugador que cubre bien su puesto.

 El fútbol es más que un deporte, es el reflejo de la sociedad, es por esto que al decir que falta inteligencia individual y colectiva, me refiero a que falta educación, la misma que falta en todo el país. Es un deporte que no requiere solo de entrenamiento físico, sino también psicológico y emocional. Para formar a un jugador tienes que hacerlo en forma integral; se tienen que cubrir todos los aspectos que requiere un deportista para triunfar en su rubro.

El peruano ganó actitud e identidad desde que entró Markarian, pero ese es sólo uno de los componentes, quedan otros dos que tenemos que seguir fortaleciendo. El orden táctico y la lectura de los partidos, como ya mencioné antes, son vitales para afrontar encuentros ante equipos que, de por sí, están acostumbrados a ir a los mundiales. A los peruanos les falta esa sensibilidad con el balón, y también es cierto que, aunque físicamente muchos están mejorando, esto se lo deben al buen nivel de sus clubes en Europa.

Es fácil terminar un partido y echarle toda la culpa al árbitro, a los peruanos nos encanta tapar los errores de nuestra selección, vivimos el fútbol desde una perspectiva amorosa, como cuando en una relación, a pesar de saber que la otra persona está haciéndolo todo mal, tratamos de tapar las cosas porque nos gusta seguir sufriendo. Somos bastante masoquistas en ese sentido, nos damos por vencidos antes de que inicien los partidos, tenemos barras de “sí se puede”, cuando eso debería estar implícito. Parece que inconscientemente y aunque nos duela, sabemos de las limitaciones que tenemos, y que por las mismas no vamos a ir al mundial, por lo menos no hasta que las cosas cambien.


En un país donde el fútbol está manejado por personas que no aman este deporte, no se le puede pedir más a sus jugadores. Para llegar a ser los mejores tenemos que empezar desde abajo, no solo para clasificar a un mundial, sino para dar batalla en el mismo. Hay que invertir en educar a los futbolistas, en darles todo lo necesario para que sean los mejores, no los cuartos, ni los segundos, tenemos que ser siempre los primeros, y hay que trabajar mucho para eso. El amor llega cuando tiene que llegar, y los mundiales también.

2 comentarios:

  1. Excelente columna, y es cierto lo que dices, si quieres hacer un trabajo a largo plazo, tienes que empezar desde abajo, siempre miro como ejemplo la selección venezolana, un equipo que, desde Corea-Japón 2002, no le podemos ganar de visita, y encima, nos gana por 3 goles a más, cosa que no sucedía antes, entonces, en que se ve reflejado eso, una simple palabra, TRABAJO, desde aquella edición eliminatoria, la 'vinotinto' nos ha superado en juego y táctica, y no lo digo por decir, la tabla no miente, entonces, hemos dado un paso...SI, pero tenemos que seguir andando, no puedes correr si no sabes caminar, hay que seguir trabajando como lo hemos venido haciendo y hay que superarse cada día, excelente columna, Johana.

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